miércoles, 1 de marzo de 2017

El mentiroso

Me agrada que sea usted una persona tan culta y le guste el latín—le dijo a don Martín, su cliente—. Me recuerda una frase que encontró un artista en un antifaz, de esos que usan en los carnavales, después de haber engañado a su mujer. ¿Conoce la historia? Permítame narrársela.

Cuentan que un pintor estaba en su estudio cuando llegó una mujer que le pidió que le hiciera un cuadro, pero con la condición de que no pusiera su cara real y dibujara el rostro de la mujer que se imaginaba que se escondía debajo del velo que tenía puesto. Acordaron el precio y el número de sesiones y comenzaron de inmediato con el trabajo. La mujer le pidió que le hiciera un desnudo al estilo clásico, así que se quitó el vestido, se despojó del pañuelo que le cubría el rostro y entró en el salón resguardada por un antifaz. El hombre se sintió muy atraído por la carne blanca y firme de la dama. Es usted como Galatea—dijo el artista preparando los carboncillos y un lienzo grande. Le propuso que se pusiera cerca de la ventana para que la luz iluminara el flanco derecho de su atractivo cuerpo. Con mucha rapidez se puso a trazar los contornos de los hombros y la cadera, remarcó las partes de la sombra y le dedicó más tiempo del habitual a un peinado con el pelo recogido y algunos caireles sueltos.

—Ya está. ¿Qué le parece?
—Usted es el experto—contestó ella sin poder separar la vista del boceto que tenía enfrente.
—Quedará perfecto, señora. No lo dude.
—Es tarde, señor…
—Dígame, Leo, a secas. Y ¿usted?
—Gabriela, a secas.

El artista se sintió muy satisfecho y en cuanto salió Gabriela, le puso una capa de barniz a la tela para que en la sesión siguiente pudiera empezar a pintar. Llegó el día acordado y se repitió la escena. Gabriela estaba cerca de la ventana y notó que Leo le hacía preguntas y mostraba mucho interés por ella. Según le decía, era para descubrir a la mujer que se encontraba debajo de la careta de carnaval y poder ir construyendo sus facciones para luego pintarla. La conversación se fue haciendo cada vez más larga y en el quinto encuentro, Leo, empezó a romper la distancia que había mantenido todo el tiempo. Sintió el perfume de melocotón, mezclado con ese aroma natural que tienen las mujeres fértiles y que las cubre como un néctar dulce, que le habría despertado el apetito sexual a cualquier macho que se encontrara cerca.

Leo no fue capaz de contener sus manos y la comenzó a acariciar. Gabriela se dejó arrullar por las palmas calientes y varoniles de Leo. Al final, se unieron sus labios y se enrollaron en un abrazo que los llevó a descubrir su interioridad. Los encuentros amorosos se repitieron y cuando el cuadro quedó terminado, Leo le pidió a Gabriela que se quedara con él.

—Pero, tú estás casado, Leo.
—No me importa. Nunca he tenido un romance como este y estoy dispuesto a dejar a mi esposa. De cualquier forma, es aburrida, sosa y ya no me interesa. No puedo estar sin ti.
—Está bien, pero primero me llevaré el cuadro y después nos iremos a donde te plazca.
—Haz lo que quieras.

Al día siguiente unos cargadores llegaron por la tarde y se llevaron el cuadro. Leo recibió una nota para encontrarse con Gabriela en un restaurante y verla por fin tal cual era. Por desgracia, no llegó y se tuvo que ir muy decepcionado. Llegó a su casa que estaba sola, pero su cuadro se encontraba apoyado en la pared del salón. Estaba también el antifaz. Lo cogió y descubrió que tenía la siguiente frase en la parte anterior: “Magis ese quam videri oportet”. Cogió un diccionario de latín, fraseológico, y descubrió el significado. ¿Sabe cuál es?

—Sí mi querido amigo. Esa frase se podría traducir como “Más importa ser, que parecer”. ¿Cierto?
—Sí, claro, lo ha hecho muy bien. Ahora, dígame ¿quién era la mujer del antifaz?
—Lo ideal hubiera sido que fuera su mujer, pero me arriesgaría a decirle que por la época en la que sucedió, quizás haya sido una prueba y la señora le haya mandado a una criada o una prostituta.
—Es usted muy astuto e inteligente, creo que podemos empezar a hacer negocios.
—¡Claro! Usted dirá… ¿Qué le parece una entrada de cine para el estreno de Moonlight?
—Sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario