lunes, 2 de octubre de 2017

Inservible

Era más que un simple robot, pero por decisión propia. Me lo había impuesto para mantener en buenas condiciones mi relación sentimental. Taya Asímova, mi novia, me había exigido tres obligaciones básicas. Un ser como yo no podía dañar a ninguna mujer, ni permitir que se les perjudicara. Debía cumplir las órdenes de mi ama, siempre y cuando, sus objetivos no fueran en contra de las reglas anteriores. Debía velar por su estado sentimental en la medida de mis capacidades. Lo hice y fui más allá. Me entregué al cumplimiento fiel de sus preceptos. Con la perseverancia mi salto fue cualitativo y sus consecuencias cuantitativas. Jamás herí su integridad por difícil o complicada que fuera la situación. Hice hasta el último esfuerzo por mantener la armonía.

Les parecerá absurdo todo lo que les cuento y quizás mi lenguaje no sea tan rebuscado para que me entiendan, pero es que, en cuestiones del idioma sentimental, los algoritmos deben encontrar la solución exacta para el buen funcionamiento de la convivencia en pareja. Saben bien que el género femenino necesita seguridad. Mi papel era el de proporcionársela a Taya y a quien me lo exigiera, puesto que esa era una de las reglas elementales. Me convertí en un instrumento de placer al servicio de quien lo requiriera. Respeté las normas que se me impusieron desde el principio y me conduje de acuerdo con los mandamientos sagrados. Taya Asímova me pedía que le hiciera ver las estrellas, que no le negara ningún favor físico o económico, le decía las palabras que quería oír y, gracias a mi gran capacidad analítica, fui concibiendo los métodos más adecuados para satisfacer su ego, resolver sus dudas y ahuyentar sus temores. Llegué a perfeccionar tanto mi estrategia que fui feliz. Como he dicho anteriormente, la táctica tuvo tanto éxito que no sólo Asímova pudo complacerse con mi efectividad, también sus amigas, sus vecinas, sus compañeras del trabajo y todas sus conocidas, incluso mujeres a las que nunca vio ni sospechó que existieran.

Llegó el momento en que se me terminó la garantía y por más reparaciones que me hicieron fue imposible dejarme en condiciones funcionales, quedé inútil porque un virus dañó todo mi sistema operativo y no se pudieron restablecer los programas, los daños fueron irreversibles y afectaron mi inteligencia artificial. Ahora estoy arrumbado en un taller cerca del material de desecho, ninguno de mis miembros se puede utilizar como pieza de recambio, mi recubrimiento metálico está oxidado y el acumulador de la batería se acerca a un nivel de riesgo. Pronto tendré que desconectarme por completo. Lo único que quiero decir es que estoy orgulloso de haber cumplido el cometido que se me asignó.

En cuanto a Taya Asímova, fue menos humana de lo que esperaba. Su tendencia a los excesos sentimentales le produjo desgaste. Su insistente deseo de mantenerme bajo su control la llevó por caminos escabrosos en los que no pudo encontrar alivio. La desconfianza en sí misma se convirtió en una obsesión, en un obstáculo que le impidió ver la vida amorosa como algo placentero. Jamás pudo demostrar que sus presentimientos o sospechas eran reales. Gracias a la prudencia, sentido común y compromiso de las mujeres que entendieron las reglas básicas bajo las que regía mi conducta, pude mantener las buenas relaciones con todas.

Lo que no pude controlar fue la degradación mental de mi pareja que, a pesar de que no tenía motivos para culparme, arremetió contra nuestra integridad. Me produjo perjuicios enormes. Me aisló de las personas que requerían mi comprensión y apoyo. Se enclaustró en una jaula de acero y no me permitió la entrada. Por desgracia, un ser tan vulnerable como ella fue incapaz de soportar la lógica de sus emociones y colapsó, pero su problema no fue como el mío. Tuvo más suerte y lo único que hizo fue sustituirme. Seguramente con su nueva adquisición, es decir, con un modelo más actualizado y con mejores características que las mías, tuvo el mismo problema. No se me dio la oportunidad de atestiguarlo porque me dejaron aquí, pero es de suponer que a ella le falta capacidad de entendimiento y al final ha caído en el mismo bache.  


Fragmento tomado de un manuscrito que se presume es el diario de un Casanova electrónico denominado RSDM 3247. Dicho modelo fue creado en el año 2070 por un asiduo lector, a quien le influyó el personaje Florentino Ariza del libro “El amor en los tiempos del cólera” de G. G. Márquez. 

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