miércoles, 13 de mayo de 2015

Abimelech y las setenta dagas.


Te despiertas con el mismo ánimo de todos los días, son esas ideas que no te permiten conciliar un sueño profundo y tranquilo. Lo peor de la situación es que te sabes heredero de un pueblo, descendiente directo del hombre que liberó a la gente de la opresión, por eso tu nombre es hijo de rey, que viene a ser, en una palabra, príncipe, pero qué tienes, cuál es tu poder: ninguno, nada, no tienes absolutamente nada. Tu destino no puede ser el de arrear ovejas como el más simple pastor de Siquén, tampoco serás, nunca, un hombre que se oculte tras las faldas de una mujer, como lo hizo el esposo de Sara cuando entraron al pueblo de Gerar y tu homónimo, que era un gran rey, le pidió perdón al Señor y le obsequió bienes a Abraham. Cuándo podrás disponer de algún bien. Tu padre te dejó como herencia una familia de setenta personas que están por encima de ti, a pesar de que tú deberías ser elegido como rey o profeta, siendo el primogénito de Gedeón. Cualquier hombre que se enorgulleciera de ser una persona cuerda, haría algo para ocupar el trono que se merece por derecho. ¿Has hecho algo para conseguirlo? No, por qué.

Es que acaso te gusta pasarte todo el día al lado de las ovejas viendo como la familia de tu madre se enriquece con el fruto de tu trabajo. Ellos sí que saben ejercer el poder, sobre todo sobre ti que no eres más que un mequetrefe que nunca llegará a ser nada ni nadie en la vida. No se te permitió ni sembrar la vid, ni cosechar el trigo, ni comerciar con animales ni telas, no se te permite hacer ningún tipo de negocio porque en la familia se te considera inepto para todo este tipo de actividades. Que si eres tonto para hacer cuentas, que si eres desordenado, que si te equivocas con la repartición, etc.
Qué es lo que hace falta para que tomes las riendas de tu reino, hasta cuando soportarás la humillación que te han hecho, serás la oveja tonta que seguirá las ordenes de los demás, nunca tendrás opinión propia y lo más lamentable: jamás sabrá la historia que existió un primogénito de Gedeón, que pudiendo conquistar un reino, se dedicó a recorrer los campos como un pobre pastor.

Mira tus manos, son tan fuertes que podrías matar a un toro cogiéndolo del cuello. Para qué te sirve tu moreno cuerpo vigoroso y resistente, tu fina barba de pelo suave y tus hermosos ojos verdes que parecen esmeraldas. A tu lado cualquier rey se ve pequeño, serás un pobre fracasado hasta el fin de tus días, morirás de viejo, olvidado de Dios por tu falta de fe, no conocerás mujer digna y te revolcarás con las mozas más pervertidas y sucias, quieres acaso ser un perro, te gusta la idea de denigrarte al nivel de los animales. Tú, sí, tú, ese heredero despojado arrastrándose por el suelo como un reptil o el peor de los pecadores. Acaso estás esperando que una voz divina te diga que serás el continuador de la labor de tu padre, estás completamente sólo, nadie te hablará, mucho menos el creador.

Deberías escuchar lo que dice la gente de Siquén, ellos no quieren a tu familia porque saben que Gedeón destruyó a su dios Baal y sus descendientes controlan la política y la economía, pero tú podrías reivindicarlo, podrías fraguar un plan para convencer a la gente de que tú eres el indicado para dirigir al pueblo, para administrar su riqueza y guiarlos por el camino del progreso. Proclámate como segundo rey y serás Abimelech II, emperador y gobernante de los pueblos de Cannán, serás querido, respetado y perpetrado por la historia.

¿Te has sorprendido a ti mismo con la idea de matar a tus familiares? No. No te preocupes, eso es sólo un poco de odio, es normal en el humano odiar, otra cosa sería la sed de venganza que te llevaría a matar. Acaso, también, esa idea te ha asaltado, no lo puedo creer, que no serías capaz, por qué, acaso no se lo merecen todos ellos. Ayer te la pasaste todo el día mirando las montañas, tus ojos no se separaron ni un segundo de la montaña de Efraín, no viste a Débora, era imposible porque ella sólo podía hablar con los antepasados de tu padre y quién sabe si de verdad existió.

Quieres decir que es una tontería intentar matar a setenta personas, creo que exageras porque si se tiene un buen plan puedes ejecutar miles, si así lo deseas. Qué plan, pues uno en el que tengas colaboradores. No has aprendido nada de la historia de tu pueblo, sabes perfectamente que Dios siempre los ha castigado porque desobedecen sus órdenes, que qué hacen, pues se degradan, se pervierten, se entregan al placer y la lujuria, se olvidan de escuchar los designios de su creador. Tú también tienes experiencia en las guerras y has visto morir infieles, tu padre no te permitió levantar la espada contra el enemigo, pero sentiste el sabor de la sangre derramada por mandato del cielo.

Y si fueras a preguntarles a los habitantes de la ciudad qué prefieren, ser gobernados por setenta usurpadores o por el auténtico hijo primogénito de Gedeón. Seguro que ya sabes cuál será la respuesta, verdad que sí. Y después qué, no sabes, acaso, que una vez que te elijan a ti, tendrás que eliminarlos, cómo, pues como lo soñaste: pásalos a cuchillo a todos, se lo merecen por privarte de tu reino. Pareces tan incauto, en ocasiones que me parece que estoy perdiendo el tiempo contigo. ¿Qué dices? No voy a poder, me da miedo, son acaso esas  palabras dignas de un emperador, un líder debe ser férreo, con carácter y decisión.

Entonces, qué piensas del plan. Te parece bien que preguntemos a los habitantes de Siquén si quieren que  los gobiernes tú, será cosa de niños convencerlos, sobre todo si te apoyas en su dios. Diles que quieres reivindicar al dios Baal y que tu familia completa lo impide porque lo repudia y argumenta siempre con el hecho heroico, entre comillas, de tu padre. Imagínate lo ridículos que se verán cuando pregunten, qué desea usted, señor o señora, que lo gobierne toda nuestra purrela o que Abimelech lo haga, !Bah! Ellos dirán, con qué descaro vienen a preguntarme eso, si es bien sabido por todos que Abimelech ya nos ha prometido el oro y el moro. ¡Vaya pregunta! Por supuesto, queremos que sea Abimelech.

Te ríes, veo que te ha gustado la idea, verdad que sí. Ya tienes otro semblante, te ha vuelto esa sonrisa alegre que hacía mucho no se dibujaba en tus labios. Incluso, te has puesto más guapo, varonil e irresistible. Imagínate cuántas mujeres tendrás, cuánto oro, cuánta tierra y hombres bajo tu mando. Serás respetado y querido, tus hijos serán dueños de esta tierra, tu descendencia creará un imperio como el de Egipto, pero en lugar de faraones afeminados, tendrás hombres rudos y atractivos en el trono.

Pero, no sería mejor actuar de una vez, los sueños si se pueden realizar pronto, no deben dejarse pendientes. Hazlo ya y mañana tendrás un reino. Lo primero que vas a hacer es convencer a los hombres ricos de Siquén, diles que estás dispuesto a darles un estatus privilegiado, no se podrán resistir; en segundo lugar, proponte como general en mando del ejército y así podrás avanzar con tus fuerzas hacía Tirsa, primero, luego Sucot y, al final, Penuel, de esa forma lograrás poner un muro que impida la salida hacia el Norte y podrás comenzar la invasión hacía el Sur. Quizá con una campaña bien planeada llegues a ser el Gobernador, que digo, más bien Poseedor de todas las ciudades que hay desde el Mar Grande hasta el Mar de la Sal. Tomarás por esposas a las hijas de los reyes de Ramá y del Rabbá de los Amonitas, tus hijos nacerán hasta en Engadi, dominarás las costas del mar desde Asquelón hasta Jope.

Todo, absolutamente todo será tuyo. Tu andar se ha vuelto más ligero, es casi como un baile, no te detengas, vayamos ya a hablar con la gente, no te olvides de contratar mercenarios para la gran empresa. Cómo que cuál empresa. No me vengas con esas cosas en este momento decisivo. Al principio, contratarás setenta mercenarios que sepan manejar la daga, irá uno por cada familiar tuyo, tú te cerciorarás de que no quede ninguno vivo, si hay que rematarlos hazlo tu mismo para que no quede riesgo de una venganza contra ti. Los asesinos a sueldo más fiables son los nómadas hambrientos, ve directamente a las montañas de Mt Ebal y Mte Garizim, allí encontrarás vagabundos diestros e inmisericordes con sangre fría que por unas monedas de plata harán lo que les pidas. “¿Y el dinero?” ¿Cómo dices? No serás tan iluso como para no pedirles monedas de plata a tus futuros allegados. Por qué siempre tengo que recordartelo todo yo, será que le tienes miedo a tu conciencia, pero eso no importa, con un poco de sentido común y mi ayuda la vencerás igual que a tus víctimas.

Bueno, ha ido todo a pedir de boca, no te parece que fue muy fácil despertarles la codicia a esos mercaderes haraganes, pero si con verles la enorme barriga y los ojos de vacas gordas ya te das cuenta de que lo único que quieren es seguir engordando y tener tranquilidad en su casa. Un poco de astucia, mi querido amigo, logra lo que la necedad no consigue en años. No me gustó uno de los hombres con los que estuviste, cómo se llamaba. Abraham, sí, es ese. Al parecer tiene cordura y es astuto, en cierto grado, tendrás que cuidarte de él porque podría revelar tu secreto, guárdalo en la memoria y resérvale un buen filo a su garganta para que no pueda actuar cuando lo intente. Y ahora, haremos un pequeño viaje a las montañas para que veas, por un lado, tu futura propiedad y, por otro, que hables con los criminales que te hacen falta.

Una vez que te has deleitado con tus sueños, ha llegado la hora de entrar en acción. Pregunta por los hombres con peor reputación de este sitio y habla con ellos con determinación, tendrán que reunirse contigo el día que cites a tu familia. Les darás la señal para que entren y degüellen a todos los presentes. Es primordial que no falte ninguno de tus consanguíneos, entiendes bien que de no cumplirlo como te lo digo correrás un gran riesgo.

Pues, ya están reunidos tus parientes, debes aparentar que los estimas, muestra tu cara más cordial y noble, no tiembles, no tartamudees, en el momento en que tu voz tiemble, finge toser, cuando tus manos pierdan la fuerza y se agiten solas, apriétate las piernas y deja que se sequen tus manos sudorosas en tu túnica. En cuanto empiece a correr la sangre te repondrás, es tu naturaleza, eres un lobo que han domesticado inútilmente y le han puesto una piel de oveja, pero pronto verás tus verdaderas cualidades.  Míralos, pobres inocentes, te creen todo lo que dices y ahora es el mejor momento para hacer la señal. Levanta la mano derecha y da el grito para empezar la matanza. Ves como caen, mira como se revuelcan ensangrentados, ahí está una de tus hermanas, ha quedado viva, coge la daga y remátala. No te lo dije, ya empiezas a disfrutar de la sangre, de tu propia sangre derramada y sigues vivo, eso quiere decir que eres inmortal. Continúa, siente ese placer que te provoca el olor de la carne sacrificada, deja que tus oídos se dejen acariciar con el cántico de las lamentaciones, acuchilla, mata, más fuerte, más profundo, más poder.

¡Qué placer! Cuánto lo hemos disfrutado, ves esa alfombra de cuerpos inertes, son tu pasado, son tu escoria que tenías que quitarte de encima. ¡Eres libre, libre! ¡Libre y Rey! ¡Viva el nuevo Rey!
Este silencio sepulcral te sabe a gloria, ya puedes contar los cuerpos revísales el rostro, no sea que alguno se haya escabullido o hayan matado a un mercenario y lo cambiaran por uno de tus familiares. Resultaste más apto de lo que yo pensaba. Has estado formidable. Bueno, son setenta cuerpos, no hay duda, los hemos aniquilado a todos. Cuando veas a Jebuseo dile que será uno de tus colaboradores y te servirá de guardia personal junto con los soldados de los hijos de Jaimor. Parece mentira que te haya salido todo tan barato y tan bien pensado. Fueron unas cuantas monedas de plata por cada muerte y tus aliados quedaron encantados. Viste a Jebuseo asestando golpes con el cuchillo, arrancaba casi la cabeza de sus víctimas, será un buen compañero y protector, sólo habrá que asegurarse de tenerle bien puesta la cadena cuando duermas, no vaya a ser que le haya quedado sed de tu sangre. Te asusta la idea, lo siento, pero las cosas son así y no me sorprendería verte derramando la sangre de tus hijos, pues ya has sentido el sabor del fratricidio, no sería raro que te deleitaras con el parricidio. Ya veremos que nos depara el futuro, por ahora nos corresponde ocupar nuestro trono.

Han pasado casi tres años desde que te hice poseedor del trono, gobiernas bien, has desperdigado a tus hijos por todas partes. ¿Tienes poder acaso sobre tus súbditos? No te has enterado de que hay, por allí, una cancioncita que dice:

Fueron una vez los árboles a ungir rey sobre ellos y dijeron al olivo:”Reina sobre nosotros”
El olivo contestó: “¿Habré de renunciar a mi aceite, que tanto aprecian en mi dioses y hombres para ir a mecerme sobre los árboles?”.
Entonces los árboles fueron a ver a la higuera:”Ven, tú, a reinar sobre nosotros”.
La higuera les contestó: “¿Voy a renunciar a mi dulzura y a mi sabroso fruto, para ir a mecerme sobre los árboles?
Los árboles dijeron a la vid: “Ven, tú, a reinar sobre nosotros”
La vid les contestó: “¿Voy a renunciar a mi mosto, que alegra a dioses y hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?
Todos los árboles dijeron a la zarza: “Ven, tú, a reinar sobre nosotros”
La zarza contestó a los árboles: “Si queréis en verdad ungirme rey sobre vosotros, venid a cobijaros a mi sombra. Y si no, salga fuego de la zarza que devore los cedros del Líbano”.

No me vas a salir ahora con la excusa de que no te has enterado, pero si lleva más de un año cantándose por ahí, incitando a las personas a revelarse contra ti. ¿Podrías, decirme qué significado tiene la letra de la melodía? En primer lugar, la discordia que ha aparecido entre tú y tus vasallos, los señores de Siquén, que, por cierto, se quieren rebelar contra ti. Y todo por esa estúpida canción, y en segundo lugar, que por tu falta de empeño y exceso de confianza dejaste pasar un detalle. Sabes perfectamente que me refiero a Jotán, al cual ni tus inútiles mercenarios ni tú mismo, lograste encontrar en su escondrijo. Tenías que haberlo mandado matar en cuanto enseñó la cara y empezó a meter las narices en tus asuntos.

Ahora, se dedica a hacerles emboscadas a tus socios y clientes, va a arruinar tu actividad comercial, tus socios no te lo perdonarán nunca y saltarán sobre ti en cuanto muestres el primer titubeo. Tu hermanito se ha aliado con Gaal y Ebed, han entrado en el templo de tu dios, se han burlado de él bailando entre sus uvas pisoteadas, entonando canciones que hablan mal de ti. Si quieres quédate con los brazos cruzados, pero que no se diga que no te avisé a tiempo.
Eso pensaba exactamente, te da miedo perder lo que tienes. Por qué te has contentado con tampoco, pues si has podido dominar esta tierra, bien podrías aspirar a conquistar un imperio como el egipcio. Imagínate nada más qué rey serías uniendo todas las tierras que tienes con las de Egipto. No suena tan mal, vete a ti mismo, hecho todo un faraón, sentado en un trono de oro, gobernando el mundo. Serías más importante que cualquier dios en nuestro planeta. Tendría a tu mando miles de soldados, tus pasos por la Tierra sería estruendosos, amenazantes. Pero, no vayas tan lejos, primero, resuelve tus problemitas inmediatos. Reúne a tu ejército y ve a matar a esos rebeldes, hazles pagar su osadía llenando de sal la ciudad para que permanezcan en las calles como pescados secos. Dale las gracias a Zebul, que te ha prevenido a tiempo de la conspiración que se ha fraguado en tu contra, dale un hueso para que se calme y en cuanto tengas oportunidad manda a tu servidor Jebuseo para que lo degüelle.

Mañana a primera hora irás con tu ejército a someter las fuerzas de Gaal y Ebed, que motivados por el deseo de venganza avanzarán contra ti. Cuando salgan de la ciudad arremete contra ellos sin misericordia, revive el momento de la noche de las setenta dagas, te sentirás mejor.
Mira como han quedado los pobres. Da la orden de que se busquen los cuerpos de Gaal, de Ebed y el de tu hermanito Jotán y rebózalos de sal, átalos a un palo y deja que se sequen, luego destázalos y dale su carne a los traidores.  Qué pasa, cómo que no está el cuerpo de Jotán. Pues que cojan a los otros dos y que hagan  con ellos lo que te he ordenado. Faltaba más.
Reúne varios soldados y diles que los compensarás con tierras si encuentran a Jotán. En este momento es el más peligroso de todos. Sabes bien que podría influir en el consejo de los señores de Migdal Siquén, si lo hace tendrás que matarlos a ellos también, sería una pena porque te son de mucho provecho, sin embargo, no escatimes, ni te dejes asaltar por la debilidad. Tu espíritu debe ser fuerte, inconmensurable y divino, si es que quieres gobernar.

¿Ves? si ya te lo había dicho yo, los magistrados de Migdal Siquen ya están en la cripta del templo Berit para contrarrestar tu avanzada, están enfadados por lo que has hecho y tiemblan como viles cobardes ante la amenaza que representas para ellos. Antes de que te ataquen los debes madrugar. Te doy la oportunidad de que expreses tu plan, qué harías para matarlos a todos juntos como ratas. ¡Bien!!Bien! no está nada mal la idea. No he perdido el tiempo convirtiéndote en un hombre decidido, inmisericorde y fuerte de espíritu. Pues, adelante, que sea lo que has decidido. Primero hay que ir al monte Salomón y cortar ramas. Esta vez no ordenes que lo haga ningún soldado, ve tú directamente a los olivos y corta tú mismo la rama más frondosa, predica con el ejemplo, eso hará que te estimen y te sigan.
Lo ves, todos han hecho lo mismo que tú. Es impresionante la forma en que se han quedado atrapados tus enemigos en su ratonera. Para este momento ya deben ser un montón de cenizas. Oh, mi señor Abimelech, ¡Qué grande eres! Te amaremos para siempre, respetado señor.

Por último, mi querido Abimelech, ve a Tebes y mata a toda la población porque ellos también te odian por haber quemado a las ratas de Migdal Siquén, haz lo mismo con ellos. Ese deseo que has desarrollado de comerte el mundo, las mujeres, la comida y el poder, no mermarán jamás tu espíritu, es posible que tu cuerpo se haya transformado, tres años de bonanza no podían dejar de ocultar la figura de aquel muchacho fuerte y joven de manos fuertes. No, eso de que te has debilitado no es verdad, ponte a trabajar un poco y verás como en un santiamén recuperas tu forma. Recuerda que la guerra también es un método bueno para recobrar la fortaleza física, porqué no entras en campaña junto con tus soldados, ponte un yelmo, coge la espada y arremete contra los incrédulos, traidores, cobardes e insurgentes que piensan vencerte con sus varas mágicas. Demuéstrales quién es el todo poderoso. 

Sólo, una cosa, no peques de imprudente porque…Si es verdad que yo puedo darte la fuerza y motivación para crear un imperio, no poseo el don de la cordura en momentos de lujuria, así que te queda la tarea a ti de ser razonable en el preciso memento en que se requiera. No me vayas a fallar, rodéate de tus soldados más fieles y acomete contra la ciudad.

Cada vez siento más la convicción de que eres el hombre más indicado para suplantar a los emperadores, a los faraones, es tuyo el Mundo entero. Hago una reverencia ante ti señor de las armas, el poder y la gloria. Los filos de tus espadas han cercenado las cabezas, los cuchillos han desollado los cuerpos y la sangre se ha filtrado en la tierra para que nazca tu pueblo fiel, por cada gota derramada obtendrás, de los hombres, un servidor y, de las mujeres, una esclava, concubina, amante deseosa esperando brindarte su placer. ¿Recuerdas a la subyugada negra que te hizo sentir los más soñados deseos y placeres del amor? Cuántas más se acostarán contigo y te brindarán los deleites más exclusivos del erotismo.
Antes de realizar tus sueños has escarmentar a los cobardes que se han ocultado dentro de la torre, la ves, sí es esa que se ve tan débil, tan mal edificada. Creo que hasta de una patada podrías derribarla, serías un coloso si lo hicieras. Bien, ahí vamos, tu cuerpo de guardias personales hace temblar los muros, vez esa mujer que grita, dale una lección, hazla sufrir hasta que te implore perdón. Sácale los ojos y échala de tus tierras. De esa forma aprenderá a no ofenderte. Oye, ese que está allí no es acaso Jotán, el parecido es enorme. Alcánzalo, cógelo y mátalo  con tus manos. Viene hacia aquí, peor para él, detente y espera. Él ya no tiene escapatoria. Pero, qué burradas dice, cuál poder de dios y venganza divina. El único poderoso e invencible eres tú !Nadie te quitará jamás lo que te pertenece…! Pero, que hace esa mujer! cuidado, quítate! ! Hazte a un lado, por amor de Dios!

Si serás imbécil, te avisé a tiempo que te hicieras a un lado. Te ha descalabrado esa mujer demente. Menudo golpe que has recibido. Me parece que de esta penosa y ridícula situación ya no podrás salir.
La culpa la tengo yo por confiar en ti. Siempre has sido el mismo. Distraído, lento, indeciso, con los reflejos más torpes que los de un pato. Lo siento pero te queda poco tiempo, pídele a Jebuseo que te aseste el golpe mortal. Que no se diga en la historia que pereciste víctima de una mujer, o de tu soberbia, aquí aclaro que no he tenido que ver nada con eso, yo me lavo las manos.

 La gente sabrá que fue tu distracción, tu falta de sentido común, siempre fuiste un hombre desordenado, iluso y confiado, además de poco previsor.

Te dejo, no tengo nada más que hacer aquí. Espero encontrar a algún otro hombre que no termine muerto de forma tan ridícula.

Adiós.




 








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