La última frontera
El profesor Liam entró en el laboratorio, revisó el termómetro y el
barómetro, escribió en un cuaderno de registros las condiciones de presión y
temperatura y se acercó a la cámara que registraba el movimiento molecular del
metal que estaban analizando. Consultó en el ordenador la filmación del proceso
de evolución de la última semana y se quedó muy extrañado al notar una pequeña
alteración. Revisó con minuciosidad el film en velocidad muy lenta y detuvo el
programa en el instante en el que había un traslape de moléculas. Hizo una
captura de pantalla y la archivó. Se fue en busca de sus compañeros Anatoly y Min.
Los encontró en el comedor discutiendo sobre la dimensión del tiempo a
nivel micro cósmico. Anatoly trataba de convencer a Min de que era posible
revertir el proceso de envejecimiento de algunos materiales. Min, por su parte,
argumentaba que era imposible ir en contra de la segunda ley de la
termodinámica, que rezaba que el desorden de un sistema siempre iría en aumento,
y que era imposible revertirlo para, por ejemplo, restaurar la forma anterior
de un cristal roto.
—Tienen que venir a ver esto— les dijo Liam con voz autoritaria y muy
nervioso.
—Pero ¿qué le pasa, Liam? !Está usted fuera de sí! — le dijeron sus
compañeros al unísono.
—¡Cállense y síganme!
No pudieron hacer nada más que seguirlo. Liam avanzaba con enormes zancadas
por el corredor. Cada vez iba más rápido. Empujó a un joven que se cruzó en su
camino: “¡Imbécil, fíjese por dónde anda!”.
Llegaron al laboratorio y Liam les pidió que se acercaran a la pantalla del
ordenador.
—¿Ven esto? —Les inquirió señalando en la pantalla una mancha de color gris
oscuro.
—Sí— contestó Min—, pero es una molécula como todas las de esa llave
oxidada.
—¡No, no lo entiendes!¡Mira con atención! — gritó Anatoly con los ojos
exorbitados.
—¡No sé qué tratan de decirme! ¡Explíquenmelo!
—Mira, Min— dijo Liam comparando dos imágenes—, durante todo este tiempo,
hemos visto que el proceso de oxidación del metal tenía un comportamiento
predecible de acuerdo a la segunda ley, pero si pones atención y te fijas en la
imagen de las 20: 57: 13: 00 puedes ver que una molécula en lugar de seguir la
trayectoria normal, ha dado un salto hacia atrás. ¿Sabes lo que significa eso?
—Eso significa…que yo tenía razón. ¡Bien! ¡Estimado Liam, lo adoro!—Gritó Anatoly abrazando
efusivamente a Liam.
Se pusieron los tres a analizar las imágenes del proceso del envejecimiento
del metal, calcularon los períodos en los que podría suceder ese fenómeno del
traslape e incidencia del proceso y propusieron varias formas de acelerarlo. Anatoly
propuso que se cambiaran las condiciones de temperatura y se usara una pequeña
carga magnética para ralentizar el proceso de degradación, se revirtiera la
oxidación y se renovara el metal.
—¿Y qué piensa ahora, estimado Min? —preguntó con una enorme sonrisa Liam.
—Pues, no puedo creerlo todavía. Ha sido un shock para mí.
—¡Ya te lo había dicho, Min! ¡Y no querías hacerme caso! —le reprochó
Anatoly agitando la llave como si se tratara de una honda.
Decidieron redactar un artículo sobre la reversión del estado físico de la
materia. Clasificaron en primer lugar los metales y plantearon la hipótesis de
que materiales como el plástico y el vidrio pudieran regirse por la misma ley. Hicieron
los preparativos para realizar los próximos experimentos y con las condiciones
apropiadas. Se tomaron una semana de descanso. Liam viajó a Alemania para ver a
su madre que ya apenas lo reconocía, pero se alegraba mucho al verlo dirigiéndose
a él como si fuera su marido. Anatoly decidió descansar en la playa con su
familia. Visitó la ciudad de las artes y ciencias de Valencia, mientras que Min
se quedó estudiando unos artículos relacionados con la ley de termodinámica que
le había despertado muchas dudas.
Cuando llegaron Liam y Anatoly al Instituto de Investigaciones Físicas y
Químicas de Yakutsk no encontraron la llave y le preguntaron a Min si la había
visto. Les contestó que no sabía nada y se sumergió de nuevo en su lectura y
estudio. Liam, después de buscar por todo el edificio, encontró la llave en
medio de un cajón de los cubiertos del comedor, pero estaba completamente
oxidada. Corrió a mostrársela a sus compañeros y cuando estos la vieron Min
dijo:
“Queridos amigos, resulta que se puede revertir el tiempo de oxidación del
metal, pero cuando vuelve a las condiciones habituales, la degradación se
acelera”.
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