martes, 18 de abril de 2017

El síndrome de Mikolaj K

Repitió la frase que había concebido en una de esas noches turbias en las que había construido, adobe por adobe, su enorme teoría del Universo. Esa impresionante muralla que evidenciaba el error de la Santa Iglesia lo iba a comprometer con la historia del hombre. Se vio de nuevo en su habitación, no había cambiado nada en esas nueve mil noches de conversaciones con las mentes brillantes de la historia. Creía que era consecuencia de sus infinitas lecturas, la materialización onírica de sus deducciones. El seguía reposando en su incómodo colchón y sentía el calor que le proporcionaba su abrigo de visón, ya desgastado en la parte de la espalda por sufrir las constantes maromas y saltos que daba Mikolaj azuzado por las pulgas. A su lado estaba, sentado en una gran silla, envuelto en su kimation y sus kirbantine de correas ajadas y sucias, Aristarco. Había cambiado un poco y ya no se veía tan severo, aunque seguía manteniendo ese gesto de filosofo empedernido que le daban su ceja derecha arqueada y las grietas de la frente.

 Querido amigo—le dijo con tono tranquilo—, ha triunfado por fin ese principio heliocéntrico al que me refería hace tanto tiempo. Has encontrado la demostración matemática, pero ¿qué harás ahora? 

No lo sé—respondió K acomodándose en su cama—, me imagino que lo ideal sería publicar el Revolutionibus, pero nadie lo entenderá, creerán que mi objetivo es desorientar al hombre y alejarlo del buen camino. 

Pero—le imputó su estimado amigo—, ya sabes que luego vendrá Galilei y pondrá a todos en su lugar, aunque antes pasará por la hoguera, claro. 

Sí—dijo K afirmando sus palabras con una sonrisa triste—, ya nos lo ha contado en estas cautivadoras tertulias que hemos mantenido por veinticinco años. 

Sí querido amigo, se dice rápido aquí, pero no lo ha sido tanto porque en la vida real todo va más lento, en esta dimensión se puede viajar rápido, en cualquier dirección y no hay fronteras entre lo onírico y lo consciente. He de decirte que últimamente he recibido la visita de algunos personajes que me estiman. Me han confesado cosas y es por esa razón que he venido a verte.

 Y ¿de qué se trata está vez? —preguntó K, acariciándose la barba con ese gesto habitual que tenía cuando le contaban algo interesante—. ¿Es sobre Steven o Carl? 

No, mi apreciado camarada—agregó Aristarco con una sonrisa pícara—, no, amigo mío, está vez vamos a ir mucho más lejos. Escucha con atención porque la información que voy a darte tendrá que quedar escrita en una especie de diario que se extraviará y será hallado en una biblioteca francesa muy famosa y llevará el título de “Cognitionis anti fobia”. Será confundida como un anejo de las memorias de Sexto Empírico, las cuales a nadie le habrán interesado hasta el 2025, año que será clave en el desarrollo de la vida humana. 

No lo entiendo muy bien, querido Aristarco —dijo extrañado K por el inesperado giro de su sueño—, explícamelo con calma.

 Mira, K—respondió el anciano—, el Universo no se creó de un Big Bang, es lo que es, lo que ha sido y lo que será; como lo dijo Dios en el Antiguo Testamento. Además, el Universo tiene su forma de desarrollo y no lo entenderemos del todo porque es una cadena infinita de transformaciones que llevan internas sus fórmulas y lo que hoy se niega o se afirma, mañana se transforma con una ley surgida de ese choque de contrarios. Es por eso que, si quemaron a Galileo, fue sólo para demostrar que Ptolomeo estaba equivocado.

 Lo entiendo—afirmó K suspirando por el recuerdo de su amigo que no lo había visitado en muchos sueños—, pero me empieza a preocupar el escrito al que te refieres.

 Bueno—respondió Aristarco—, vayamos al grano y dejémonos de tonterías como eso que dices antes de dormirte: “Saber que sabemos lo que sabemos y saber…bla, bla, bla”. Pues, bien querido K, la cosa es la siguiente. En el futuro la tecnología y la ciencia irán de la mano y caminarán tan rápido que la vida se alargará, la investigación del nano Universo nos llevará a crear ordenadores cuánticos y controlaremos los genomas humanos, incluso llegará el día en que podamos crear vida, pero tu misión será la de escribir que, tres mil años más tarde, se creará una molécula con toda la información necesaria para el surgimiento de la vida en un planeta llamado MRT y se verá cómo se desarrolló el mundo animal y así, esos seres super inteligentes, que son todo poderosos e hijos de la creación humana, descubrirán en dónde estuvo el gran error que nos llevó a la desintegración y puedan desarrollar una estructura genética perfeccionada que resuelva los enigmas y paradojas del primer experimento.

Mikolaj se despertó a causa del shock que le produjeron las palabras de su amigo y le sorprendió mucho no estar en su cama, sino rígidamente sentado en su silla. Su criada le había puesto unas nuevas velas y se salió cuando notó que su amo se comunicaba con su amigo imaginario Aristarco. K vio que tenía a su lado un tocho de hojas amarillentas, su tintero estaba lleno y la pluma lista para poner el punto final del Revolutionibus.  Después, esperó a que se secara la tinta de las últimas líneas y guardó el escrito en un armario. Volvió a sentarse y, después de echar el aire con mucha fuerza por la nariz, tomó un poco del té que tenía en una taza de porcelana vieja y comenzó a escribir:

Scimus quoniam cognovimus quod scimus cognovimus scientia...

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