viernes, 5 de agosto de 2016

La vida de los pleonasmos

Salí para afuera de mi casa. Casi me atropella un coche y tuve que orillarme a la orilla de la acera para que no se repitiera el suceso. Luego vi que en el pabellón de en medio había algo que no coincidía con el panorama general. Era algo fuera de lo común en la gran metrópolis.
 En breve resumen, les diré que era una señora, con su hija mujer, pidiendo mendrugos de pan y monedas. Un funcionario público les decía que estaba prohibido por la ley pedir cosas completamente gratis en las calles. La mujer, aunque era ciega de los ojos, lloraba desconsolada. Los transeúntes, que pasaban por allí, hicieron un consenso general contra el policía, quien arrestó a la indigente pordiosera de inmediato. Lo anterior fue un ejemplo prototípico de la injusticia, aquí mismo, en México.

 Ahora les queda a ustedes emitir su juicio de valor porque eso sucedió ante una embajada extranjera y la mujer, sin poder resistir el hostigamiento, se adelantó hacía el frente y fue arrollada por un triller. Salió volando por los aires y exhaló su último suspiro. Murió por el golpe y de paro cardíaco. !Que infortunio tan desgraciado!

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