Lagunes llegó pronto al
ensayo. Entró sin prisa, sintió el frío húmedo del teatro. Sabía que tenía un
tiempo limitado para terminar la preparación. La prensa estaba expectante,
querían que el dramaturgo revelación les contara algo sobre su segunda obra, sin
embargo, no había recibido más que largas. Subió al escenario y miró la
decoración. Las cosas seguían allí. La mesa con su mantel verde y sus sillas,
unos paneles con unos cuadros y las linternas azules. Cogió una e hizo unos
movimientos como si fuera un niño jugando a los caballeros galácticos.
—Buenos días, Pablo,
perdón por el retraso—. Le dijo María Antonieta haciendo ruido con sus tacones.
Lagunes se volvió y notó
que Antonieta se veía mejor, se le había pasado el catarro y radiaba alegría.
—¡Hola, Antonieta! Te veo
mucho mejor, mira nada más qué guapa…
—No exageres, que todavía
tengo estas ojeras horrorosas y…
No la dejó terminar el
tropezón de Patricio que había pisado mal y se había salvado de caer.
!Pato!— gritaron al
unísono.
—¡Perdón por el ruido!!es
que me he tropezao con esto zapato nuevo que todavía no he hormao, pue.
Antonieta y Lagunes lo
miraron con un hastío encubierto.
—Bueno, ya estamos aquí,
solo falta que llegue Luis—dijo Antonieta con voz alegre.
—Sí, pero ¿qué les parece
si continuamos con el segundo acto? —exclamó Lagunes tomando una actitud de
disposición al trabajo.
—Bien, de acuerdo, ¿en
qué noj quedamo la última ve? —preguntó Patricio
—Lo último que hicimos
fue el diálogo entre Rubén, a quien le sigue faltando autenticidad, ¿verdad?
Pato y, tú, Antonieta que ya te has convertido por completo en Marta, sobre la
desaparición de nuestro amigo Mauricio, que como ven, brilla por su ausencia en
la persona de Luis.
Hubo un espacio de
silencio en el que director y actores evitaron las miradas. Al fondo estaba una
puerta desde la que llegaba un chorro de luz fino como un alfiler, pero muy
reluciente.
—Bueno, ya tienen sus
partes, ahora, por favor, traten de ser auténticos, ¿está claro, Pato?
—Sí, Lagune, ya lo sé, lo
que pasa e que la ve pasaa andaba un poco desanimao, pero ejta ve será mejo.
—Bueno, pues comenzamos.
Los dos actores se
acomodaron en su posición, se quedaron un momento inmutables, concentrados y,
una vez transformados en los personajes, se dispusieron a hablar. Por desgracia,
en ese momento se apagaron las luces.
—¿Están allí?
—Sí, se ha ido la luz,
¡Qué maldita suerte tenemos! —exclamó Antonieta
—Con el poco tiempo que
tenemo, ahora ejto…—dijo Patricio bufando
—¡Cálmense,
cálmense!!Esto debe ser temporal! Esperemos un poco.
Pasaron diez largos
minutos y la luz no volvía. Entonces Lagunes cogió una de las linternitas
estiradas azules, hizo una señal con la mano y salieron en fila india entre
tropezones y pisotones. La calle estaba oscura y no había un alma.
Los tres rostros azulados
se miraron con desconcierto. Hablaron y discutieron las causas del fenómeno,
que iba desde una teoría conspiranoica hasta el fin del mundo. Cuando ya
estaban a punto de matarse entre ellos por causa del disgusto y el pánico de
Patricio, Lagunes vio una leve luz al final de la calle.
—Miren, miren eso.
—¡Es una luz! —gritó
Antonieta
¡Vamos a ve qué
pasa!!Ejto no tiene ejplicación!— Gritó Patricio apretando los puños.
Caminaron con cuidado
apoyando su mano en el hombro del compañero y muy alertas por si fuera
necesario agruparse para contener un ataque desprevenido.
No se oía un solo ruido,
el aire estaba tibio y entraba a los pulmones con sabor acre. Las estrellas
brillaban en el firmamento como chispas de fuego.
Llegaron al sitio. Antonieta
se quedó muda al ver que era un edificio igual al teatro donde se presentaría
su pieza.
—Pero ¿qué es esto?
¿alguien me lo puede explicar?
Lagunes y Patricio
estaban conmocionados y evitaron hablar para no decir una idiotez. Lo único que
se les ocurrió fue entrar. Las puertas estaban abiertas. Pasaron por un
corredor idéntico al que habían recorrido en sentido inverso para llegar hasta
allí. Subieron unas escaleras y llegaron al escenario. Allí los esperaba una
impresionante sorpresa.
—Pero ¿¡Qué malditas
horas son estas de llegar!?— les espetó Luis que estaba sentado en una silla
con la pierna cruzada y el pelo un poco revuelto—. ¡Los he esperado más de una
hora, joder!
No hubo respuesta, la
impresión les había caído como un cubo de agua fría y por más que intentaban
emitir algún sonido, sus voces se apagaban.
—¡Vamos, hombre!!Parece
que hubieran visto un fantasma! Vamos…, ¡digan algo! !Al menos, una excusa
idiota para que se relaje la tensión, no sean estúpidos!
—Mira, Luis, — dijo
Antonieta—nos hemos encontrado en el teatro, se ha ido la luz cuando íbamos a
empezar a ensayar y…
—Bien—contestó Luis—, en
primer lugar, yo soy Lagunes y Luis está parado junto a ti. Entiendo que, por
el retraso, espero que no hayan estado bebiendo como de costumbre, se les han
cruzado los cables, pero necesito que esta vez sí hagan bien las cosas.
Patricio muy enfadado
empezó a protestar porque no toleraba las bromas de su compañero y en varias
ocasiones había estado a punto de renunciar a su papel.
—Oye tú, imbéci e mierda,
si quiere seguí con tu bromita, ya ejta bien, o le para o no vamo y te dejamo
aquí pa que hable solo con el público, ¿ejtá claro?
Sorprendido el falso
Lagunes los miró y empezó a murmurar. No se oían bien sus palabras, luego
comenzó a dar vueltas y les ordenó olvidarlo todo y empezar el ensayo.
—Bueno, ya está bien de
tonterías, Será mejor que nos demos prisa con esto porque, por si no lo
recuerdan, la próxima semana es el estreno y todavía estamos en el segundo
acto.
—Pero ¡¿tendrás cara?!
¿Cómo te atreves a suplantar mi identidad? —le gritó el verdadero Lagunes—. En
verdad que ya estamos hartos de tus bromas estúpidas. A ver si te pones a
repetir tu papel y te dejas ya de cuentos.
Muy alterado el falso
Lagunes se acercó a Lagunes verdadero rechinando los dientes. Tenía la cara
roja y parecía a punto de explotar.
—Mira, Luis, si no te
necesitara para la obra, aquí mismo te rompía la maldita cara. ¡Ya basta de
hacerse los idiotas!!Empiecen a trabajar ya!
En ese momento se le
lanzaron al falso Lagunes los tres y comenzaron a golpearlo. “!Despiértate ya
de tu delirio! ¡Embustero fanfarrón! ¡Idiota de los cojones! ¡Ya nos tienes
hasta los huevos!”.
En ese momento entró un
hombre de gabardina que se sorprendió mucho al ver la riña. Empezó a hacer
fotos y reírse. Los tres actores se levantaron del piso y se quitaron a
discreción el polvo, fingían que ayudaban al falso Lagunes a levantarse y con
palabras de consuelo lo animaban a incorporarse.
El periodista se acercó
un poco, los miró con cierta desconfianza y encendió su grabadora.
—Bueno, estimado Pablo
Lagunes, no estará en contra de que le haga unas cuantas preguntas, ¿verdad?
—Le dijo al falso Lagunes.
Antonieta y Patricio
estuvieron a punto de gritar, pero no pudieron decir nada y su acusación hacia
el falso Lagunes se les quedó en la boca.
—Por supuesto que no—
contestó el falso Lagunes—, pregúnteme lo que quiera.
—Dígame, Pablo, ¿puedo
llamarlo por su nombre?
—Por supuesto, por
supuesto.
—Mire, Pablo, la gente
está expectante y quiere saber sobre qué va su segunda pieza. No hay noticias
por ningún lado y se ha anunciado solo el nombre de la obra. ¿Me podría
adelantar la trama, aunque fuera solo un poquito?
—Escuche, querido amigo,
no es por desilusionarlo, pero no le puedo revelar mucho porque no estoy seguro
de que lleguemos al estreno. Nos queda muy poco tiempo y con estos inútiles que
he contratado voy perdiendo la esperanza…
Hubo un pequeño silencio
y cuando el periodista iba a formular la siguiente pregunta se fue la luz.
Hubo un grito de espanto,
unos minutos después salieron todos del teatro y se fueron por una calle mal
iluminada. Antonieta y Patricio se fueron a un bar a relajarse por la tensión
que les habían provocado los contratiempos extraños. El falso Lagunes se dejó
llevar por sus pasos. No pensaba en nada. Seguía solo por la acera. Chocó dos o
tres veces con algunos transeúntes, pidió disculpas y prosiguió su marcha.
Llegó a la entrada del teatro, caminó por un corredor estrecho y subió unas
escaleras. En cuanto entró al escenario sintió un viento frío. Miró al frente y
escuchó que un hombre le decía:
“!Por dios, Luis!!¿Dónde
demonios estabas?!Te hemos estado esperando una hora!!Qué falta de conciencia
tienes, joder!”.

No hay comentarios:
Publicar un comentario