Vivía oculto en el anonimato, tenía buena reputación entre los políticos y
se le respetaba por su gran aportación al control y destrucción de movimientos comunistas
en su país. El dictador lo tenía como uno de sus principales consejeros y, en
cuanto se empezaba a tambalear la fortificación del gobierno por causa de los
rebeldes, se le llamaba para que con su gran inteligencia resolviera el
problema. Su primera aportación fue la de contratar nazis prófugos. Tenía, en
aquella época, una lista de los oficiales del servicio secreto alemán más
peligrosos que habían luchado contra la dictadura del proletariado y
necesitaban ocultarse de los judíos que los buscaban para someterlos a juicio.
Como era una persona muy previsora, planeaba sus estrategias con las etapas que
aparecerían después. Sabía que algún día sus agradecidos fascistas serían
atrapados y por eso tenía información que iba filtrando discretamente para que
en caso de que llegaran los procesos, la atención se centrara sólo en los crímenes
a la humanidad y no en las personas y organizaciones que les habían facilitado
los túneles de escape.
Vivía solo, no tenía ningún compromiso sentimental, prescindía del sexo y
los vicios y aprovechaba cada minuto de su vida para cubrirse las espaldas.
Varias décadas se mantuvo firme, vio los cambios de su país y se adaptó a cada
etapa. Parecía un vidente confirmando sus predicciones con una enorme risa de
satisfacción. Un día llegó el momento crucial en el que debía decidir qué hacer
con su existencia. No se ajustaba a los parámetros comunes del ser humano,
había perdido algunas de sus capacidades, carecía de brío y el aburrimiento lo
estaba matando. De pronto, un chispazo le abultó los ojos, fue por causa de una
noticia en la que se hablaba de la moda de alquilar matrices para tener los
hijos deseados que, por una u otra razón, las personas no podían tener. Hizo un
plan. Sabía que tenía que acercarse con cautela y no asustar a su presa. Se
conducía como un experto cazador que ha visto al ciervo y se va acercando sin
hacer ruido ni dejarse ver. Tenía en su escritorio varios libros de biología,
sociología y psicología. Hizo un resumen de los temas que le interesaban,
acudió a la teoría de la elección por relatividad y sentido común y descubrió
que había un sector de la población que estaba marginada, al mismo tiempo, fue
viendo como sus soldaditos de plomo iban cayendo silenciosos en los juicios
realizados por organizaciones dedicadas a la cacería de los monstruos del
Holocausto. Se dijo a sí mismo que era un período de cazadores. Unos seguían a
los ex militares esvásticos para desnudarles ante el mundo y ejecutarlos, no por
venganza, sino por justicia; y él seguía a los sometidos, pero para redimirlos
ante la sociedad y sacar una gran tajada de dinero. No le faltaban medios para
vivir con lujo, de lo que carecía era de esa liberación interna que había
deseado durante muchos años y sólo en ese momento sentía que el retoño de un
gran árbol salía a la luz. Escribió algunos ensayos sobre la naturaleza del
hombre, su seudónimo comenzó a circular por las bocas de las minorías cohibidas
por las sociedades machistas. Las manifestaciones comenzaron a blandir su
bandera de libertad en forma de arcoíris.
La estrategia era sencilla. Con argumentos férreos basados en su teoría,
demolería los conceptos de familia tradicional para formar una nueva forma de
convivencia marital. Transformó los conceptos relacionados con la sexualidad,
de tal forma, que creó una confusión en la sociedad y, gracias a su simple
teoría de la elección por eliminación, logró que se coligaran las mujeres para
prescindir de los hombres generando la necesidad de procrear de forma asistida. Así fundó su
empresa en la que las mujeres ofrecían sus matrices para gestar y los hombres
donaban su esperma para el mismo fin. Los matrimonios eran específicos y se
condenaba la unión de parejas de diferente sexo. Se reescribió la biblia, se le
cambió el género a Dios, se crearon dos Adanes y dos Evas, se corrigieron las
constituciones, se permitió en el Vaticano todo lo que se había prohibido hasta
ese momento. La nueva ideología era tan ferviente que nadie la rechazó. Pasaron
los años y el negocio prosperó. Las presidentas tenían a sus esposas, los
sacerdotes a sus parejas o compañeros, los niños aprendían con gusto las reglas
de moralidad y ética. Se creó una nueva crítica del arte, la historia y las
ciencias. Reinó la felicidad y la armonía.
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