Al final llegó al mismo sitio. Había salido de ahí
hacía más de treinta años y ahora estaba sentado en la misma banca de la que se
levantó para subirse al tren del tiempo y recorrer un círculo en el que cada
estación en que bajó le dejó algo: una
boda, un divorcio, un nacimiento y una muerte. Su trayecto fue en el sentido del
reloj y, por el efecto de las leyes físicas, envejeció más rápido; fue como si
se hubiera adelantando a su propio tiempo y esto le causara un envejecimiento
prematuro. Se sentía nervioso porque
estaba por llegar la mujer de su vida que, por alguna distracción, tomó el tren
en dirección contraria e hizo el recorrido al revés, lo que implicó que el
tiempo fuera más benigno con ella y su ruta fuera más estable y sin cambios de
velocidad. Pasaron algunos minutos y él se entretuvo descubriendo los muchos
cambios habidos en su ausencia. Se detuvo un vagón y salió una mujer guapa y
madura que lo miró. Él se supo reconocido, sin embargo, bajó la vista y dejó que
ella siguiera caminando por el andén llevándose sus recuerdos y la última
esperanza.
JCEH
JCEH
No hay comentarios:
Publicar un comentario